La colaboración con profesores, orientadores y profesionales de la salud es un aspecto esencial en el acompañamiento integral de los adolescentes en su desarrollo personal y su éxito académico. Como coach, es fundamental forjar estrechas y complementarias relaciones con estos distintos actores, con el fin de crear una sinergia educativa alrededor del joven y fomentar su desarrollo en todas las esferas de su vida. Esta colaboración multidisciplinaria permite cruzar puntos de vista, compartir experticias y co-construir estrategias coherentes y adaptadas a las necesidades específicas de cada adolescente.
Los profesores son socios clave en el seguimiento escolar y la orientación del adolescente. Pueden proporcionar una valiosa perspectiva sobre sus fortalezas, dificultades y progresos en el aprendizaje, así como sobre su dinámica relacional y comportamental en clase. Estableciendo una comunicación regular con ellos, el coach puede entender mejor el funcionamiento del adolescente en el contexto escolar y ajustar su apoyo en consecuencia. También puede involucrarlos en la definición y seguimiento de los objetivos de coaching relacionados con la educación, como la mejora de los métodos de trabajo, el manejo del estrés en los exámenes o el desarrollo de la confianza en sí mismo. Por ejemplo, frente a un adolescente que tiene dificultades para organizarse en su trabajo escolar, el coach puede dialogar con sus profesores para identificar las asignaturas y los tipos de tareas que le presentan más dificultades, y co-construir con ellos herramientas y estrategias para ayudarlo a planificar mejor y estructurar sus aprendizajes.
Los orientadores son valiosos aliados para acompañar al adolescente en la construcción de su proyecto de estudios y de carrera. Pueden ayudarlo a explorar sus intereses, valores y habilidades, a descubrir las diferentes áreas y oportunidades, y a tomar decisiones informadas para su futuro. Colaborando estrechamente con ellos, el coach puede enriquecer su comprensión del perfil y las aspiraciones del adolescente, y ayudarlo a desarrollar las habilidades necesarias para una orientación exitosa, como el autoconocimiento, la toma de decisiones o la capacidad de recuperarse ante los obstáculos. También puede co-organizar con ellos talleres grupales o encuentros individuales, para brindar al adolescente un apoyo complementario y coherente en su camino de orientación. Por ejemplo, el coach y el orientador pueden proponer a un grupo de adolescentes un taller de descubrimiento de profesiones, alternando momentos de exploración guiada (tests de intereses, investigación documental), testimonios de profesionales y actividades lúdicas, para ayudarles a aclarar sus proyectos y proyectarse hacia su futuro.
Los profesionales de la salud, como médicos, enfermeros escolares o psicólogos, son socios esenciales para velar por el bienestar físico y mental del adolescente. Pueden detectar posibles problemas de salud, como trastornos alimenticios, problemas de sueño o señales de sufrimiento psíquico, y proponer intervenciones adecuadas. Manteniendo una estrecha colaboración con ellos, respetando el secreto médico, el coach puede entender mejor los problemas de salud que afectan el desarrollo del adolescente y ajustar su apoyo en consecuencia. También puede involucrarlos en la implementación de estrategias de prevención y promoción de la salud, como talleres sobre hábitos saludables, manejo del estrés o habilidades psicosociales. Por ejemplo, frente a una adolescente con trastornos ansiosos, el coach puede dialogar con el enfermero escolar para comprender mejor las manifestaciones y los factores desencadenantes de su ansiedad, y co-construir un programa de apoyo que combine técnicas de relajación, reestructuración cognitiva y exposición gradual, en complementariedad con un posible seguimiento terapéutico.
Para que esta colaboración multidisciplinaria sea realmente efectiva, el coach debe hacer suresto seguir algunos principios clave. En primer lugar, es esencial aclarar desde el inicio los roles, responsabilidades y límites de cada uno, respetando las áreas de competencia y las reglas de confidencialidad propias de cada profesión. El coach también debe obtener el consentimiento explícito del adolescente y de sus padres para compartir información sobre él, precisando los objetivos y las modalidades de esta colaboración. Puede ser útil formalizar esta asociación a través de una carta de compromiso o un protocolo escrito, que defina los compromisos mutuos y los procedimientos de comunicación y seguimiento.
Luego, el coach debe asegurar un ambiente de confianza, benevolencia y cooperación con sus socios educativos y de salud. Se trata de valorar las competencias e inputs de cada uno, fomentar una comunicación abierta y respetuosa, y cultivar una visión compartida centrada en las necesidades y recursos del adolescente. El coach puede organizar regularmente momentos de intercambio y concertación con sus socios, para cruzar perspectivas, ajustar estrategias y celebrar avances. También puede invitarles ocasionalmente a participar en algunas sesiones de coaching, según los objetivos y peticiones del adolescente, para fortalecer la coherencia y complementariedad de los apoyos.
Finalmente, el coach debe demostrar creatividad y flexibilidad para adaptar sus modalidades de colaboración a las realidades y restricciones de cada situación. Según los casos, puede priorizar intercambios presenciales o a distancia, momentos formales o informales, herramientas de comunicación sincrónicas o asincrónicas. Lo esencial es mantener una dinámica colaborativa viva y ágil, al servicio del desarrollo integral del adolescente. Por ejemplo, para seguir la evolución de un adolescente de alto potencial intelectual, el coach puede alternar reuniones trimestrales de concertación con el equipo pedagógico y los padres, contactos telefónicos regulares con el profesor referente, e intercambios por correo electrónico con el psicólogo escolar, adaptándose a la disponibilidad y preferencias de cada uno.
Al cultivar una estrecha y ágil colaboración con los profesores, consejeros escolares y profesionales de la salud, el coach inscribe su acompañamiento en una dinámica sistémica y ecológica, teniendo en cuenta todas las dimensiones del desarrollo del adolescente. Este enfoque concertado e integrador permite amplificar el impacto del coaching, creando sinergias virtuosas entre los distintos entornos de vida del joven. Ofrece al adolescente una red de seguridad afectiva y educativa coherente y contenedora, ayudándolo a construirse de manera serena en una pluralidad de lazos y experiencias. Trabajando de la mano, el coach, los profesores, los consejeros y los cuidadores permiten al adolescente convertirse en el autor de su vida, desplegando su pleno potencial académico, profesional, relacional y personal.
Puntos para recordar:
– La colaboración multidisciplinaria entre el coach, los profesores, los orientadores y los profesionales de la salud es esencial para el acompañamiento integral de los adolescentes. Permite cruzar perspectivas, compartir experticias y co-construir estrategias adaptadas a cada joven.
– Los profesores aportan una perspectiva sobre el funcionamiento escolar del adolescente. El coach puede dialogar con ellos para entender mejor sus fortalezas, dificultades y progresos, y ajustar su apoyo en consecuencia.
– Los orientadores ayudan al adolescente a construir su proyecto de estudios y de carrera. Al colaborar con ellos, el coach enriquece su comprensión de las aspiraciones del joven y le ayuda a desarrollar las habilidades clave para una correcta orientación.
– Los profesionales de la salud cuidan del bienestar físico y mental del adolescente. El coach puede dialogar con ellos para entender mejor los retos de salud y ajustar su apoyo, respetando el secreto médico.
– Para una efectiva colaboración, es necesario aclarar los roles de cada uno, conseguir el acuerdo del adolescente y sus padres, establecer un clima de confianza y cooperación, organizar momentos regulares de intercambio y adaptar las modalidades a las realidades de cada situación.
– Este enfoque colaborativo y sistémico amplifica el impacto del coaching creando sinergias entre los diferentes entornos de vida del adolescente, ayudándolo a construirse de manera serena y desplegar todo su potencial.
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